La situación tipo 10
Después de la última nevada el día 11 de febrero, el monstruo anticiclónico cálido se ha adueñado de Europa bloqueando cualquier frente que se acercaba desde el Oeste. Estas semanas se han caracterizado no solo por la ausencia de precipitaciones, sino por unas temperaturas altísimas para la época, y cielos despejados (menos en los lugares habituales de formación de nieblas….. aunque la humedad relativa ha sido baja y no se han formado muchas).
Para los que nos gusta la nieve, esta situación se enmarca dentro de la “Situación tipo 10–primaveral” del libro Lawine de Rudi Mair y Patrick Nairz. La primavera supone un desafío para los deportistas y para los predictores que elaboramos boletines. Pocas veces lo “seguro” y lo “peligroso” están tan próximos en el tiempo (apenas unas horas) y raras veces la gama de grados de peligro cambia tanto a lo largo del día (amanece con peligro débil y termina el día con peligro considerable).
Estado del manto
Por una parte, con las condiciones de estabilidad que implican las potentes costras de fusión y rehielo, el peligro de aludes es fácil de valorar. Por otra, en todo el invierno no se desencadenan aludes tan grandes como en primavera.
Además de la estructura del manto de nieve, es muy importante el papel de la interacción completa de la temperatura y la humedad del aire, la radiación solar y el viento. Quien quiera practicar deportes de inverno en condiciones de primavera, debe madrugar y ser flexible en la programación de sus salidas.
Definición: Situación primaveral: este término indica normalmente un periodo en el que finaliza el invierno poco a poco y conlleva un aumento de las temperaturas, además de una intensa radiación solar, lo que implica unas condiciones únicas para la prácticas de las actividades invernales: nieve dura por las mañanas y muy blanda y húmeda a partir del mediodía.
¿Cómo reconocer esta situación?
La compleja interacción entre la temperatura del aire, la humedad, la radiación solar (incluso se añade el viento en algunos casos) hacen que en primavera el peligro por avalanchas cambie drásticamente en un corto espacio de tiempo, normalmente de pocas horas. Lo más decisivo es el grado de humedad del manto ya que depende de la combinación de los factores anteriores, acarreando una rápida pérdida de la firmeza en la estabilidad del manto. Este tipo de patrón nivometeorológico es fácilmente identificable a través de un estudio de la meteorología, así como de observaciones en el manto.
Entrando en detalle
La situación de primavera tiene 2 fases que deben ser analizadas de forma separada.
La primera fase corresponde al aumento progresivo de la radiación solar a partir de la mitad de febrero aproximadamente. El calentamiento resultante aumenta los movimientos de “creeping” (reptación) dentro del manto, y por tanto la probabilidad de desencadenamiento por esquiadores o snowboarders. Suelen ser por tanto desencadenamientos accidentales, y los naturales son poco probables. Los puntos de más peligro inicialmente son zonas del terreno con poco espesor del manto (cotas medias y bajas y zonas de fuerte pendiente).
La segunda fase implica periodos de bastante actividad de avalanchas sobre todo a partir de la mitad de Marzo. En este periodo es cuando se producen la mayor parte de las avalanchas naturales húmedas. Por suerte, este tipo de situaciones son fácilmente identificables a través de la meteorología (tanto previsión como observación) con parámetros como la temperatura del aire, el aumento de la humedad relativa del aire, una alta radiación solar y poco efecto del viento. Durante este proceso, la superficie del manto de nieve se calienta rápidamente y suele alcanzar los 0ºC. Ese es el momento en el que podemos observar avalanchas naturales. Si el manto tiene una estructura débil (muy húmedo, poca cohesión) las avalanchas tendrán una salida puntual. Si por el contrario existe cierta cohesión y hay un estrato débil en el interior del
manto, tendremos placas húmedas.
Resumiendo
La situación de primavera es más compleja de lo que parece ya que en pocas horas la nieve puede cambiar completamente. El peligro asociado, no se debe a la cantidad de precipitación en forma de nieve, sino a 4 parámetros meteorológicos:
- temperatura del aire
- humedad
- radiación solar
- en algunos casos, el viento.
Por suerte, es fácil de manejar, ya que si salimos temprano, y regresamos temprano, evitaremos los momentos de mayor radiación y temperatura. Igualmente, deberemos jugar con las orientaciones, empezando a circular por las orientaciones de solana, y terminando por las de umbría.